Relación de algunos de los muchos milagros, que ha obrado Dios nuestro Señor en Munebrega, lugar de la comunidad de Calatayud, por medio de una imagen de San Ignacio de Loyola, Fundador de la compañía de Jesús, en los meses de abril y mayo de 1623
Place: Munebrega, Calatayud
Year: 1623
Event: Milagro, Miracle
Transcription:
En 17 días de Abril del presente año de 1623. segundo día de Pascia de la Resurrección del Señor, el Padre Valerio Piquer de la Compañía de IESVS después de haber predicado la Cuaresma en Munebrega, lugar de la Comunidad de Calatayud, y distante de ella como 2 leguas: pidió que una Imagen de San Ignacio, que estaba en la Sacristía, se pusiese públicamente en la Iglesia, donde los Sacerdotes le pudiesen decir Misa, y visitar, y hacer oración los del pueblo. Condescendiendo con tan justa petición el Vicario y Eclesiásticos de aquella Iglesia parroquial, después de Vísperas, con asistencia de la mayor parte del pueblo, con mucha solemnidad colocaron la imagen de S. Ignacio de Loyola en un altar del Señor S. Blas: y habiendo cantado la Antífona y oración de San Ignacio, el Padre Piquer predicó las alabanzas del Santo por espacio de una hora, y contó algunos milagros, que por su intercesión el Señor había obrado.
Con esto María [Gascon] de edad de 50. años. mujer de Gerónimo Ladrón de Guevara, vecinos de Munebrega, que estaba impedida de una pierna, sin poder caminar un paso sin ayuda de otro, se encomendó a San Ignacio, y ofreció que si la sanaba daría voces publicando el milagro: y al punto se sintió buena y sana, y gritando dijo, Milagro, milagro, y dio a correr sola y sin ayuda hacia la Capilla de S. Ignacio, para dar gracias a Dios, y al Santo, con grande admiración de los presentes, que sabían cuán impedida estaba de la pierna.
Casi inmediatamente María Pariente, mujer de Alonso [Buesso] estaba baldada del brazo izquierdo, después de haber buscado muchos remedios sin provecho alguno, antes con mayor daño, pues en lugar de curarla, la quebraron la canilla, y pareciendo a los médicos y cirujanos ya incurable la desahuciaron. Ella viendo lo que había pasado con María [Gascon], dijo al Santo, San Ignacio, si a mi me curasedes, también os daría gracias por ello, y al punto sintió en el brazo izquierdo una conmoción de huesos, y luego la salud y levantando la voz dijo, Yo también estoy buena, con el favor y méritos de San Ignacio, y meneaba el brazo por todas partes, como si no hubiera tenido mal alguno.
Dentro de media hora María [Santijus], mujer de Pascual Bueno de la Muda, que no veía más que bultos sin conocer persona alguna, estando en la Capilla, donde estaba la sobredicha imagen, oró, diciendo, Santo Ignacio alcanzadme vista, Sino hágase la voluntad de Dios nuestro Señor y si me la alcanzáis, ofrezco haceros a decir una Misa en acción de gracias. Al punto sintió que le dieron una vuelta los ojos, y quedó con vista clara viendo y conociendo distintamente a todos los presentes y persevera con la salud alcanzada por medio de San Ignacio.
Bernarda Benedid de edad de 32. años, mujer de Felipe Gomez, también vecinos de Munebrega, había 8. años que padecía diversas enfermedades, tenía un cirro en el hígado otro en el bazo [con] una dilatación de la cabeza al estómago y pulmón, y a tiempos se le hacía un [flemo] en el estomago, y reventándole vomitaba [podre] y sangre: por lo cual le vino a quedar tan flaco el estómago, que en 6 años continuos no pudo retener algún género de medicamento ni manjar, sin trocarle luego, y queriéndolo detener, lo echaba por las narices, y con lo que se le apegaba al estómago engendraba tanta sangre, que era necesario sangrarla de dos a dos meses 2. y 3. veces, para que no se ahogase la sangre: con lo cual tenía frecuentes desmayos y congojas, y estaba tan flaca que no tenía sino el pellejo y los huesos, ni se podía menear, ni sufrir que otros la meneasen por los grandes dolores que le causaban. Pero estas indisposiciones tan grandes en varias consultas de médicos y cirujanos se dio por incurable su enfermedad. Felipe Gomez hijo de dicha Bernarda Benedid, llorando dijo a su madre, quien la llevase a la iglesia donde San Ignacio hace tantos milagros y su marido le dijo, ofrécele una novena de misas; ella respondió de aquí me llevarán a la sepultura. En esto llegó el Padre Valerio Piquer y dijo tenga v. m confianza en Dios, y en el Santo, y le dio a adorar una Reliquia de San Ignacio, lo cual hizo ella con mucha devoción rogándole le alcanzase salud del Señor. Luego le vino un desmayo y [trasudor], y pasado dijo, yo me siento buena, déjenme ir al Santo: y pasada media hora, porque antes no lo pudo recabar de los presentes, se levantó de la cama con fuerzas buen y sana y sola por su pie bajó la escalera, y no queriéndola dejar ir a pie porque llovía mucho, la llevaron a la Iglesia en una silla, donde por su pie fue a la Capilla, e hizo gracias al Santo, y hecha oración se volvió a su casa, y cenó manjares de sanos, sin trocar después aca de ninguna suerte la comida, ni padecer náuseas hasta el día de hoy; y el día siguiente volvió a la Iglesia y confesó, y comulgó y esta con entera salud y fuerzas.
Pascual Cabrerizo vecino de Munebrega, que había casi 12. años, que estaba contrecho y tullido de los pies, sin poder andar sin una muleta por lo menos, y tenía el brazo inútil sin poder ejercer alguna acción con el, además de esto padecía gotacoral muy de ordinario con grandes congojas de corazón. Viendo los milagros que San Ignacio hacía, con deseo de sanar cobró mucha devoción al Santo, y buscó un real de limosna, por ser muy pobre, para hacer decir una Misa en el altar del Santo, a la cual asistió encomendándose a él con mucha devoción y confianza. Acabada de celebrar la misa, se salió con su muleta para su casa, y al salir De la Iglesia se halló bueno y libre del mal de las piernas, y ligero, y arrojó la muleta y dio a correr; y no solo ha quedado con entera salud de los pies, sino que también halló que tenía el brazo sano: y el mal de la gotacoral y congojas hasta hoy no le ha vuelto, y fue esto tan público en todo el lugar, que dejando sus haciendas, acudieron todos a la Iglesia admirados del caso, y Cabrerizo haciendo gracias a Dios, y al Santo colgó su muleta en la Capilla.
Una niña llamada María Pardo hija de Domingo Pardo [infançon], y Madalena Ximeno vecinos de Munebrega, había como dos años que cayó en el fuego, y le quemó el brazo izquierdo, principalmente la parte del codo, con esto se le secaron los nervios, y encogieron de tal suerte, que no podía hacer acción alguna con el brazo. El Padre Maestro Fray Pedro del Villar religioso de San Agustin la ungió el brazo con el aceite de la lámpara que ardía delante de San Ignacio: hecho esto comenzó a levantar el brazo, y habiéndole ungido otra vez su madre, le dijo, levanta niña el brazo, y al punto que le levantó, sintió la madre un ruido de huesos, y como [qui se] alargaba el brazo, y ungiéndola por espacio de 2. o 3. días con el mismo aceite, ha quedado del todo sana.
María Corriz mujer de Pedro Bueno, vecinos de Munebrega, tenía una pierna encancerada con peligro de cortársela, hizo decir una Misa en el altar de San Ignacio, y ungiéndose con el aceite de la lámpara se halló buena y sana, y dejó allí la muleta con la que se sustentaba.
María Muñoz mujer de Miguel Marina, vecinos de [Vijuesca] estaba baldada y la pierna consumida de suerte que no se podía mover, [desesperaron] los médicos de que hubiese remedio humano para ella, y así los suyos la llevaron a Belmont a un cirujano de fama; este visto el mal, la dijo, que su mal no tenía remedio, pero que se encomendase a San Ignacio, que en Munebrega hacía milagros, y por ese camino podría hallar remedio, que humano no le había, Tomó el consejo del cirujano la buena mujer, y fue a visitar la Capilla de San Ignacio, y oyendo en ella Misa, y enconmendándose al Santo con mucha devoción, al punto se halló buena y sana, y libre de su enfermedad, y se volvió por su pie.
Otra mujer había en Munebrega viuda y pobre, la cual tenía en el pie derecho una grande llaga, y las dos piernas hinchadas, y por esto le era forzoso andar con muletas: viendo su trabajo, y las maravillas que obraba nuestro Señor por medio de San Ignacio, fue a encomendarse muy de veras al Santo, y luego cobró allí mismo tan perfecta salud, que dejadas allí las muletas se fue por su pie a su casa buena y sana, haciendo gracias al Santo por tan singular beneficio.
Inés [Caballero] mujer de Martín de Huerta vecinos de Nuevalos, estando ciega de suerte que no podía dar un paso sin guía, ultra de esto tenía un labio encancerado, oyendo los milagros que San Ignacio hacía, se determinó de ir a Munebrega a visitar su Capilla y a pedirle el remedio de sus males. Fue ella, y por espacio de 3. días hizo continua oración con mucha devoción y confianza, y ungiendo el labio y ojos con el aceite de la lámpara del Santo, cobró entera salud en los labios y ojos, y la vista le ha quedado tan aguda, que puede enhilar una aguja.
Antonio Franco vecino de [Castejón de sobre Ala…ua] en Castilla, llegó a su lugar con muy grandes calenturas, y un flemón en el estómago, que le daba mucha pena, vístole el médico y viendo que su enfermedad era mortal, le dijo dispusiese las cosas de su alma y casa, porque no le aseguraba más de 12. horas de vida. Sabiendo por fama los milagros que nuestro Señor obraba por medio de San Ignacio en Munebrega, le ungieron el estómago con el aceite que tenían de la lámpara que ardía en la Capilla del Santo, en el dicho lugar, invocando el enfermo y los demás con mucha devoción al glorioso Santo, y al momento se sintió del todo sano; y muy agradecido fue a dar las gracias al Santo a la Capilla de Munebrega.
Francisca Lozano mujer de Domingo Marco vecinos de Valtorres, tenía un pecho muy malo con dos grandes durezas o tumores, que le causaban grandes desmayos. Con la fama de los milagros, determinó de visitar la Capilla de San Ignacio, y encomendarse al Santo con mucha devoción, aunque había recibido 3. días antes la extrema unción. Encomendóse pues al Santo muy de veras en su Capilla de Munebrega, y luego le comenzó a sudar el pecho, y habiendo visitado la Capilla del Santo 9. días, se halló sana sin los tumores sobredichos, convertido el color del sudor en color de sangre. Esta enfermedad había 9. años que la padecía, y se remedió con 9. días de oración y devoción a San Ignacio, con que sana y alegre se volvió a su casa.
Mateo Sola de edad de 20. años, vecino de Atenea, tenía un barco y pierna de [perlesia] sin poderlos menear ni hacer cola con ellos, partirse para Munebrega con confianza de alcanzar salud por medio de San Ignacio: comenzó su novena con mucha devoción ungiéndose el pie y brazo cada día con el aceite de la lámpara del Santo, al octavo día se halló tan bueno y sano, que pudo muy bien trabajar.
Pedro García vecino de Tortuera de edad de 74. años, estaba impedido de la lengua, sin poder pronunciar palabra: oyendo contar los milagros que San Ignacio obraba en Munebrega, fue a visitar su Capilla, y encomendándose con mucha devoción al Santo, y ungiendo la lengua con el aceite de la lámpara, habló clara y distintamente.
Una mujer de la Ciudad de Calatayud tenía las manos tan [gasas] que no se podía valer de ellas, y las piernas de suerte que no se podía levantar ni arrodillar: encomendándose muy de veras y con mucha devoción a San Ignacio, sin otro remedio ha cobrado entera salud.
Otra viuda se la misma Ciudad, tiene una hija de 6. o 7. años, que jamás había subido ni bajado escaleras, por estar impedida de las piernas: oyendo los milagros y juzgando que San Ignacio quería que las viudas estuviesen recogidas en sus casas, hizo esta oración. Santo Glorioso a mi estado de viuda no está bien andar caminos, aunque sea para visitar vuestra Capilla de Munebrega, lo que allá podéis, también lo podéis aquí, la merced que allá hacéis a otros, también la podéis hacer aquí a mi hija, servíos Santo bendito de curarla. Poco después de esta oración vio a su hija que subía y bajaba las escaleras, como si no hubiera tenido mal alguno.
Un hijo de Don Juan Perez de Nueros, estando el coche con sus mulas parado, jugaba junto a una rueda, comenzó el coche a andar, y derribando al muchacho en el suelo, le pasaba la rueda por medio del rostro. Una señora que lo vio, dijo San Ignacio te libre, y al punto pararon las mulas y volvieron atrás, y sacaron al niño con solo las señales de los clavos de las ruedas en la cara, sin otro mal alguno.
Un Fraile de San Francisco del convento de Calatayud, días había que andaba muy cojo, determinó para remedio de su mal ir a Munebrega a visitar la Capilla de San Ignacio poco a poco: apenas caminó un cuarto de lengua con grandísimo trabajo, y desconfiado de poder pasar adelante, se sentó y encomendó al Santo, y rezándole sus maitines se sintió animado y esforzado para proseguir su camino: pasando pues adelante cuanto más caminaba se sentía mucho mejor, y cuando llegó a Munebrega se sintió del todo sano, y así dadas las gracias en su Capilla al Santo, volvió a su convento sano y alegre.
En Pardos lugar de 40. casas a una niña de 12. años le dio un pijamiento de sangre, o garrotillo que la hinchó toda, y dentro de poco tiempo murió y estuvo 4. horas muerta y fría. Su madre muy afligida la encomendó a San Ignacio con tanta fe y perseverancia, que estuvo las mismas 4. horas, suplicando al Santo resucitase a su hija. Oyola el Santo, y volviendo en si la niña dijo a su madre: Madre ya estoy buena, S. Ignacio me ha resucitado, y mandado me presente en su Capilla de Munebrega, y así la llevaron luego allá, y al otro día fue a guardar ganado, que por ser pobre es pastorcita.
El médico que reside en Munebrega, tiene un niño de 2. o 3. meses, que tomando unas sopas de ahogo, y como su mismo padre que le vio juzga, jura y protesta, estuvo del todo muerto, tanto que mandó le amortajasen: pero la madre con más fe y devoción le ungió con el aceite de la lámpara de San Ignacio, suplicando al Santo resucitase a su hijo, y con esto se lo ofreció, al momento volvió el niño en sí, y comenzó llorar, y persevera la merced del Santo con entera salud del niño.
Esta imagen, por cuyo medio ha hecho Dios tantos milagros había 16 años, que el Licenciado Roque del Villar Canónigo de Calatayud, había puesto en la Sacristía de la Parroquia de Munebrega con los demás fundadores de Religión, entre los retratos de Cardenales, Arzobispos, Obispos, Maestres de San Juan, Vicecanciller, justicia de Aragón, Consejeros y Oidores de su Majestad, y otras personas insignes que de este lugar han salido. Y cotejada con otras imágenes del mismo San Ignacio (según ha referido un Sacerdote que de allá ha venido a esta corte) tiene no sé qué cosa superior y extraordinaria. Luego el viernes primero que se puso en el altar, que fue […] 21. de Abril, habiendo estado siempre en lugar enjuto sudó hacia la parte derecha debajo del brazo, por espacio de 4 horas, y el sudor era un licor extraordinario, que ni bien era agua, aunque lo parecía en el color, ni bien aceite, ni otro licor que corriese, sino que se iba hinchando como unas gotas gruesas, y silo enjuagaban luego volvía a manar el mismo licor, y se empaparon de este licor dos lienzos. Otro viernes después a 5. de Mayo volvió a manar el mismo sudor otra vez por espacio de dos horas. De estos sudores fueron testigos muchas personas Eclesiásticas que lo vieron, y uno de ellos que fue el Padre Maestro Fray Pedro del Villar Agustino, mojó los dos lienzos. Pocos días después una mujer del lugar de Alarva, habiendo oído los milagros de S. Ignacio, con deseo de cobrar salud de una grande hinchazón que tenía en el pecho, que le daba mucha pena, vino a Munebrega y se encomendó al Santo en su Capilla, y luego comenzó a caer una agua como sudor de aquel tumor, con que se aliviaba la pena: aplicósele uno de los dos lienzos del sudor del Santo, y el tumor al punto se resolvió en grande abundancia de agua, con que la mujer quedó del todo sana.
Otros muchos milagros han sucedido, y escriben que son más de 100. los que en espacio de cuatro semanas han sucedido, entre ellos de más de los referidos arriba, hay cuatro ciegos, muchos mancos, tullidos cojos, sordos, tartamudos, tanto que sería largo contar los que han sanado con el aceite de la lámpara, y los que cada día reciben salud por intercesión de San Ignacio, pues apenas hay día que no haya milagro, y días de 3 y 4. Y así movidos de milagros tan manifiestos y continuos, acuden a la Capilla de San Ignacio tantos ciegos, cojos, tullidos, mudos, balbucientes, quebrados, mujeres con los pechos encacerados, y personas de otras dolencias, que nunca se vacía la Iglesia de estos enfermos: y acude tanta gente de todos los lugares, villas y ciudades de Aragón, y las villas más cercanas con procesiones, que aunque fuera seis veces mayor la Iglesia del lugar de Munebrega (aunque es harto capaz) se llenara y aún sobrara para otras y se juzga por cosa cierta, que no hay Santuario en España tan frecuentado estos días, como lo es la Capilla de S. Ignacio de Munebrega. Por lo que la villa de Munebrega ha tomado al Santo por patrón, y votado su fiesta: y en Maluenda, Villaroya, y otros lugares de la comunidad de Calatayud, dedican Capillas a San Ignacio de Loyola fundador de la Compañía de IESVS.
Lo que más se debe ponderar es las muchas y notables conversiones de almas perdidas, que por esta ocasión se han hecho con confesiones generales y mudanzas de vida [estragadísima], y sin duda es esto, lo que principalmente pretende San Ignacio con tantos milagros, porque aunque en vida siempre se ejercitó en todo género de obras de misericordia, pero principalmente platicó las espirituales con todo el conato posible; como más agradables a la divina bondad. El Santo interceda por nosotros, para que no solo alcancemos de Dios la salud y bienes del alma. Amen.
Hace recogido esta relación de una averiguación que recibieron cinco Notarios Reales, y uno Apostólico ante los Jurados del lugar de Muneberga, y de las cartas que el padre Maestro Fray Pedro del Villar del Orden de San Agustín, el Padre Gerónimo Alegre Rector del Colegio de la compañía IESVS de Calatayud, y el Padre Valerio Piquer, y el Padre Francisco Perez de Culla, de la misma Compañía, han escrito a los Padres de Madrid.
Con licencia en Madrid por Luis Sánchez, Impresor del Rey Nuestro Señor.
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Available translation in English and French.